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lunes, 31 de agosto de 2009

715

520 no es un número mágico,
ni siquiera una insignia plateada
en mis jeans desgatados de puro andar.
Retrocedo hasta el 515,
cuenta atrás absurda, capicúa y deshonesta.
510 puede resultar redondo y concluso
para obtener ciertas ventajas
contando escalones en rápida ascensión.
331 es un número brillante,
difícil de encontrar y capaz de definir la nada.
Igual para nombrarte,
debería encontrar la suma perfecta
de esos números tristes y feos,
acumulados en el destierro colectivo.
Te asigno el 715,
casual y sin rastro.
Individual, intransigente, insoportable,
insatisfecho, inapropiado e imperfecto:
como las mañanas de mi deseo impuro.

martes, 25 de agosto de 2009

Septiembre

El sábado decidí agotar mi cuota mensual de visitas a El Alquimista. Era una noche tranquila, calurosa por otra parte y prometedora en todos los aspectos. Me encontré de nuevo con M. Ha vuelto de sus vacaciones mas moreno y arrollador que nunca. Antes de saludarlo ya tenia servida en la barra esa cerveza fría que tanto me gusta.
Me contó de sus andanzas por la costa, de sus incursiones furtivas en exploraciones sexuales experimentales y sobre todo, me habló de lo tanto que echa de menos la ciudad a la segunda semana de ausencia. A esta ciudad se la ama y se la odia a partes iguales. Sentimiento que sentenciamos con un chupito, en un brindis al aire.
Los becarios- así llamo a los camareros eventuales- se mostraban inquietos y reticentes ante la llegada de los clientes de siempre, ante tanta aventura disparatada a la cara sin anestesia. Entre turistas, estudiantes de primer año buscando alojamiento y cuarentones buscando alguna aventura que contar de vuelta a su rutina post-vacacional.
Saludé a A. tan fantasma como siempre. A I.G. que me sacó una copa del bolsillo con habilidad de trilero. A G. que me contó sus innumerables anécdotas en su gira de verano. Aunque todos sabemos que la gira engloba tres bolos en pueblos de mala muerte.
A EMEJOTA radiante y feliz, algo preocupada: busca piso para un master, año sabático diría yo. Tuvo un verano interesante me cuenta, mezcla de viajes inesperados a campings almerienses, noches a pie de playa y robos con alevosía y nocturnidad. De este último percance, intento un soborno en toda regla en derechos de autor- me encantaría relatarlo, eso sí, omitiendo personajes y lugares, sobre todo por el buen nombre de la localidad en cuestión-.
También estaba V. Sigue ignorando mi deseo urgente con la mano izquierda de un domador experto. Indico con un gesto a M. cuanto se debe y me devuelve un gesto que agradezco con la gratitud intacta de un viejo amigo. Te debo una, gestualizo de lejos.
Al salir noto la brisa fresca.
Huele a cambio de tiempo me digo. A maoletas, granadas y membrillos. A libros, a papel añil salpicado de acentos y miserias. A lluvia.
Huele a septiembre, mientras paseo por La Mariana con su olor a churros y chocolate.
Huele a septiembre, septiembre si.
Y aún duelen las ausencias.

jueves, 20 de agosto de 2009

Ha nacido una estrella.

Sí, lo reconozco. Me parece que es lo mejor que he oído en mucho tiempo y debo admitir que tenía mis reticencias. Esos arpegios de bajo, recordándome a los Church, esa acústica a lo Inmaculate Fulls y esa voz increíble y personal, poco habitual en estas latitudes.
Supongo que pasará desapercibida en este país de horteras. Benicasim no llama a su puerta y parece que no cumple con el prototipo de chica-ronaldo tan aceptada en los cuarenta pro-normales. Pero a mi me ha devuelto el placer de oír una canción por el simple hecho de descubrir unos matices de esos que arañan las paredes del alma en cada tono.
Si cantara en inglés y se metiera los picos como cartuchos de camarones en feria, tendría una alfombra roja bajo sus pies de artista-pop.
Pero no, tendremos que soportar el royo perro-flauta-ong-buenrollito-relativista de la sin par Bebe, eso sí, pidiendo perdón a nuestros sentidos por tan inmunda proposición sonora……………………………………………….........................
 
Escribí estas líneas y algunas más, en un momento de alteración sensorial extraña: no suelo hacer crítica musical, no va conmigo, pero le debía un par de párrafos a esa canción gloriosa.
Lo más sorprendente es que tomando copas en El Alquimista, sonó la canción entre las joyas de los 80 y creanme que no perdía frescura ni calidad.
Pude notar que entre el bullicio, el personal asentía como quien aprueba a un compañero en su prueba de ingreso al club. No esta todo perdido pensé. Ahora, solo queda la reclusión monástica de Bebe en el santuario de la mediocridad.
Ingenuo de mi, acabo este párrafo mientras suena de fondo la balería de Bisbal.
Igual me toca la primitiva y puedo hacerme el sordo durante una década.
Lo siento, igual me rajo. He descubierto su chica pop y los planetas parecen alinearse para hacerme feliz, creo en Dios, aunque me ofrezca la felicidad a cuentagotas.

viernes, 14 de agosto de 2009

SOMETIMES

A veces, paso por tu espalda
y te respiro entera
como los juegos de niños en castigo
que se disfrutan de puro bobos que son.
A veces disfrazo las palabras
que no te digo
y las balas perdidas,
señales de viva voz
que son ya mas de las necesarias,
no muestran síntomas de encuentro.
A veces paso por tu espalda
como un extraño furtivo
esperando lo que sé que jamas ocurrirá.
A veces, solo a veces
intuyo una muestra de afecto
que dispara mi ánimo
y prolonga lo inevitable del no.

martes, 11 de agosto de 2009

Hogar dulce hogar.

He descubierto un local de esos indescifrables e inclasificables, donde lo mas importante no es disfrutar de la música y si toca echarle el ojo a alguien se le echa, no. Es de esos lugares donde lo importante es estar en medio, dejarse ver, venderse.
Suena una música infecta, tres mujeres en la barra bailan con un arqueo de cuerpo extraño, anodino y arrítmico, mientras algún que otro baboso escruta sus muslos casi celulíticos.
Lo mas extraño y paradójico es que hay como una pasarela de entrada plan Hollywood, con sus cadenas doradas y su moqueta roja atestada de gente en fila esperando su momento de gloria para entrar a la sala.
A mi la verdad me parecen figurantes de La tarde con Patricia o lo que es peor, el figurante
soy yo en un submundo de horteras sin escrúpulos.
Para colmo de males me clavan 10 euros por una cerveza no muy fría. Miro a mi alrededor y todo el mundo va puesto. Las caras de felicidad lo confirma. Parece como si al mirarse entre ellos, estuvieran recordando a los semejantes el lugar donde se encuentran y que los combierte en los héroes de la noche, una especie de supermanes oníricos disfrazados de sábado.
Desisto, lo mas atractivo que he visto por aquí ha sido una botella medio llena de Licor 43,
la juventud se pierde me digo, o peor aún, la juventud no se encuentra.
Al salir, me quieren colocar un sello en mi muñeca en plan matadero, por si decido volver. Ni en mi mas triste sueño, comento a un portero que no sabe ni deletrear el abecedario en mi idioma.
Al salir, al pasar por la fila repleta como de párbulos persiguiendo un sueño a las puertas de una discoteca light, un desconocido me dispara sin el mas mínimo preámbulo- muy temprano para irse a la cama corazón-. Miro al suelo meto mi mano en el bolsillo y encuentro un billete de veinte euros. En el Alquimista sabrán administrar mis penas como si se tratase de un ambulatorio emocional.
Al entrar suena Everything But The Girl, esto es otra cosa me digo, mientras hago codos para llegar a la barra y un alemán, rojo de sol del sur, como el primer pecado de un niño, me mira sonriendo.
No hay nada como estar en casa.

viernes, 7 de agosto de 2009

El último escalón

Mi ciudad está en armas,
excavada y ausente.
Propuesta para patrimonio de la humanidad,
esa que nos hace inmóviles, egoístas
invisibles, un mar de cuerpos
en un centímetro cuadrado.
Mi ciudad arde
mientras las playas se infectan
de atardeceres mortecinos
y vísceras de pasiones
acumuladas en un rompeolas dramático.
Mi ciudad pasea una gratitud pueblerina
a todo el que demuestra su desconocimiento,
levantando monumentos a inútiles,
mudos en el desagravio hacia ella.
Mi ciudad sigue siendo bella,
quizás demasiado,
quizás empalague y nos hace ser lo que somos:
el último escalón hacia el cielo.

domingo, 2 de agosto de 2009

En Madrid.

No era trece ni martes,
ni dispensaban bebidas los chinos
por las calles de un Madrid
repleto de amor de ventanilla y funcionarios.
Aún no he logrado saber si era viernes
o si fue un domingo de tristes miradas,
cuando nuestros pies:
los reyes de la baraja callejera y espesa,
nos transportaban por un mar de carteristas
buceando sus manos en los bolsos ajenos
de las bocas del metro.
No recuerdo si fue miércoles o jueves,
los sabores de las copas de chicote
nos hicieron únicos por un paisaje
nevado de latas, papeles y bolsas.
Quizás fuese lunes.
Solo recuerdo que Madrid se mostraba
fácil y canalla, inmenso y gigante.
Igual fue sábado,
si seguro que era sábado por los atascos en Gran Vía
y las terrazas en Santa Ana.
Si era sábado.
Y parecían crecer árboles por las aceras.