Seguidores

domingo, 26 de diciembre de 2010

DICIEMBRE

Diciembre gotea de mis manos.
Sabes que no celebro
el lastimoso final de confeti y ausencias.
Los noticieros y sus resúmenes,
la pléyade de mamones rosas y sus resúmenes,
los periodistas de cámara y sus resúmenes,
el perdón y la nueva conducta futura.
La luminotecnia,
palmeras de luces inertes y chillonas
corretean el cielo entre silbidos,
muchachos de acné y traje de chaqueta
con lolitas disfrazadas en traje de noche,
esperan en las esquinas,
con suelo alfombrado de trozos de papel
pegajoso y sepia.
La madrugada presuntuosa y larga.
A las diez de la mañana,
Cuando los taxis transportan los despojos
de una noche acabada y miserable,
paseo por la ciudad desierta y muda,
inacabada. Soportando las enmiendas
y las nuevas voluntades de un mundo cabrón y egoísta.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Paseos matinales

Me sorprende la marea humana con mapa en mano y mochila a la espalda, mientras observo el escaparate de mi librero habitual. Soy de los que deambula por el éter literario de las portadas de algunos libros. Imagino a sus protagonistas, me invento una trama dependiendo del color de la portada, ahí de pie, separado por un cristal que me impide vivir las mil vidas que promociona ese escaparate que pasa tan desapercibido, ajeno a tanta visita externa.

Y en eso que mi hombro percibe cierto toque de abrir puertas. Al girarme puedo ver a una pandilla de veinteañeros solicitando información que tienen que repetir dos veces hasta que aterrizo en este planeta tan poblado, como invisible.
¿La Catedral?
La pregunta suena más a reproche que a súplica. Elevo la vista al cielo y veo su torre vigilante ante nosotros. Por un momento la imagino en un derrumbe voluntario cayendo sobre la cabeza de esta masa informe de hormonas y voluntades rotas.
Intento señalarla con el dedo, ahí a tres metros y, justo cuando quiero convertir mis pensamientos en palabras, la bullanguera marcha verde del turismo nacional, me da la espalda y pasa por delante de la catedral ignorándola por completo.
¿……? Ahora entiendo menos me digo. Vuelvo al escaparate de mi librero.
Parece que Gibson ha escrito el mismo libro con distinto título. A Lorca le deben de timbrar los oídos ante tanta imaginación literaria.
La hora del almuerzo. Pienso en mí dentro de 10 años. Es un juego personal en mis paseos solitarios.Me imagino en el escaparate de mi librero, interrumpido por turistas maleducados preguntando por la catedral que luego ignoran, observando el último libro de un decrépito Gibson. Si, como no. Lorca otra vez. Que alguien le ofrezca una paga vitalicia y deje de atormentarnos.
Sonrío. Una anciana no entiende mi imitación de Sheldon Cooper y cruza la calle.
Que la fuerza te acompañe. Me digo.