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lunes, 5 de diciembre de 2011

Bicho.

Hay siempre dos formas de entender a Bicho. Se le ignora o se le toma por loco. Mantiene una plaza en mi ciudad limpia de papeles, chicles, piedritas o cualquier cosa que el entienda que afea su aspecto, sin importarle lo más mínimo parar el tráfico en ambos sentidos, con la paciencia de un domador de pulgas. Y créanme que no suena un claxon, ni una cabeza loca se asoma por la ventanilla para que bicho acelere el ritmo y por tanto, la vida de los allí parados.


Sus buenos días, siempre que paso por muy temprano que sea está plantado como si defendiera lo suyo de un posible ataque, están acompañados de alguna maldición malsonante y un aspecto de ojos rojizos que la mañana va atenuando.

Llevo un par de días sin ver a Bicho. Alguien me ha dicho que a veces pasa de tomarse la medicación y le da por salir al balcón y cantar de madrugada canciones de gritos y odios. Hoy su plaza sin él, es un atasco constante. ‘Deberían llamar a los municipales’ comenta una rubia de bote. Mejor que vuelva Bicho pensé yo, al mismo tiempo que un imbécil hacía sonar su claxon sin disimulo y vergüenza, como un cura triste en un burdel.

lunes, 31 de octubre de 2011

Número equivocado.

Serían como las 5 de la madrugada. Sonó el teléfono avisando de una tragedia esperada. -Diga-, dije con la voz pastosa del miedo y alguien dijo -lo siento- con la voz rota de la ausencia prematura. Pensé en la espera y en lo inminente del desastre. Alguien equivocó la tristeza. Aún tengo el número de móvil en la memoria del teléfono. Aún estoy a tiempo – no te preocupes, yo también lo siento- debí decir entonces.

martes, 4 de octubre de 2011

G.


G. trabaja la barra de El Alquimista. Yo lo supe hace poco, después de ver a las damas del lugar merodear sus esquinas, creí como un torpe mirón de boca abierta, que la acumulación de ofertas a la chica más bonita del lugar, no eran remuneradas.  No me importa, cada uno se busca la vida como puede o como le dejan. G. y yo hemos cruzado alguna palabra, alguna frase; todo limpio, impoluto, como el deseo de los ángeles: algo totalmente imposible.  La he visto pasear por Plaza Nueva del brazo de amores imposibles, por la edad y por la cartera y aún así su sonrisa ilumina las esquinas oscuras del barrio.  Hay quien la imagina y lo sé porque mis oídos son testigos de confesiones oscuras, en las poses más pecaminosas posibles y lo entiendo.

Yo siempre la imagino en la barra de El Alquimista, con su cerveza en la barra mirando el panorama mientras sus dedos seleccionan una golosina de un recipiente de cristal claro, con la misma desgana y facilidad que selecciona a sus parejas para dar esos paseos prolongados por una ciudad que detesta.

Desde que sé que abre sus piernas a la primera mujer que la abra su corazón y su cartera, aún la tengo más respeto. Sé que hay carnes difíciles de acariciar sin que tercie ningún billete de por medio, aunque ella siga saludando con esa media sonrisa. La que dedica a las causas perdidas, o simplemente, la que ofrece al mejor postor. C’est la vie.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Septiembre.


No llueve. No imagino un septiembre sin lluvia, ni una rubia sin labios gruesos y rojos. Pero no, no llueve. El sol molesta de pesado y las mangas largas de mi armario comulgan con fe cristiana por una tormenta ventosa y lluviosa. Pero no llueve, ni una triste nube que regale una sombra bajo mis pies. A mí el sol me gusta. Tanto, como para pedir asilo en Alaska en agosto. Pero no hay suerte. En el norte, donde el verde predomina sobre la raza y las calles son tristes como un blus, limpian su alma con el agua de agosto. Pero aquí, no llueve. Ni tan siquiera humedecen las flores secas de los balcones las primeras gotas de una lluvia sanadora y pura. Septiembre sin lluvia es una guerra a muerte de banderas negras y sucias. La misma que desemboca todas las mañanas en el azul de este cielo yermo y luminoso.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El trabajo dignifica al ser humano.


Para no levantar suspicacias y malentendidos, me presentaré ante ustedes con un nombre imaginario, digamos  M. Trabajo en la terraza de un bar, con lo que conlleva en psicología y en conocer a las personas así, a la primera impresión. Sus gustos, sus manías, si son olvidadizos, si tienen familia, si son atrevidos resueltos o maleducados. Si, al primer golpe de vista ¿como lo ven?
            Yo por lo general no soy de fiarme mucho con la primera impresión, te llevas grandes decepciones. Miras a alguien, lo ves, lo estudias, crees que tiene posibilidades y luego, nada de nada. Listo, pelao, mojama. Es lo que tiene, me dijo un día mi compadre  Manuel, a él si le nombro, por respeto, el es toda una autoridad en las terrazas y yo solo llevo unos pocos años intentando llegar a su nivel. Mis inicios fueron como los de todo el mundo, un encendedor, unas gafas de sol, un teléfono móvil con más atrevimiento que distinción he de reconocer y una sola condición: trabajar solo.
            Les daré algunas normas de conducta elementales para este negocio. La primera: no acudir jamás a terrazas valladas, la huida es necesariamente un factor a tener en cuenta. La segunda: la avaricia rompe el saco. No desvalijar dos mesas. Con una cartera en bolsillo ajeno llamamos menos la atención del respetable que con dos, por muy fácil que parezca el negocio. Y tres, nunca le des carrete a ninguna rubia solitaria de buena planta y mejores pechos. Puede ser la mujer de Manolo y ese siempre trabaja en pareja.
         Como ven, vivo de las terrazas, aunque la cosa está mal hasta para los rateros como yo. ¿Mi zona de trabajo? Cualquiera donde sirvan cerveza bien fría.

lunes, 8 de agosto de 2011

Noches de Agosto.

No tengo perro que ladre a los cuatro vientos
ni gato que maulle a la luna,
ni canario cantarín, ni loro gracioso.
Yo solo tengo un vecino cabrón,
dos libros de verano
y algunas canciones lindas
que bailo cuando nadie me mira.

lunes, 4 de julio de 2011

No quiero ser como tú.

Eres grande tío. Con tu siete a la espalda, tus dos pendientes de pura roca como si no costaran y ese pelo engominado preparado de fiesta en el saque de cada falta. Colecciono todas sus poses. Me miro al espejo con el cuello de mi polo levantado al cielo de las tres mil viviendas y limpio mis circonitas para el gran baile del paseo diario. No creas que resulta fácil. Admiro tus gestos, como aquel día en el Bernabéu cuando te quitaste la camiseta después del gol para mostrar tus abdominales. Pero reconoce conmigo que el gol te importaba una verdadera mierda, tú querías salir en la portada por marcar abdominales y lo conseguiste, cosa que no pretendo, aunque me cueste 30 del ala ir cada día a un gimnasio para obtener el mismo resultado que una convención cristiana en Las Vegas. Y esas titis, opulentas y apretadas que te marcas en las portadas y que son la envidia de toda MercaSevilla. Y qué me dices de esa chulería en campo ajeno. Yo fui al campo de los palanganas y vi como vacilabas al graderío: con dos cojones. Mucho arte chaval, pero no te confundas porque aquí el mejor no eres tú y lo sabes. Si, él es el numero uno, pero nadie quiere parecerse a un numero uno que no se envidie, que no vacile de buga o de cuerpo o de chorba o de la madre que lo parió y, este fuera del campo, es más soso que Iniesta de rumba. Por eso te aviso chaval, no te precipites, como cambies de imagen la próxima temporada la cagas compadre. No me gasto una pasta en el mercadillo para pasear por las tres mil y que me llamen Ronaldito en cada esquina y sentirme el rey del mambo. Ándate con ojo, esa novieta tuya te vuelve pijito y a mí no me va ese rollo. Cani si, así somos compañero, pero no te confundas, la vida es solo un suspiro y aunque no lo parezca, no quiero ser como tú.

jueves, 23 de junio de 2011

El milagro de la vida.

Ya ven, así como les cuento. En la antesala me dieron a elegir entre cinco opciones de vida con la única condición de no volver atrás. No hay forma de arrepentirse, me dijo un señor con bigote de acento andaluz que me recordó a Juan y Medio y al que solo le faltaban los niños y un balón de Nivea para odiarlo hasta morir. Justo antes de firmar mi acta en la sección de “envíos”, un representante sindical me aseguró que los enviados afiliados a P.P.O.O eran más felices que los que se afiliaban a U.N.T, por alguna razón que no entendí bien, pero imaginé inquietante por el guiño de ojo final. Desprecié la primera casilla con cierto rubor “Prostituta de lujo” ¿Habrá alguien de los innombrables dedicándose a tan ardua tarea? La segunda: mentecato, funanbulista y exprimidor de naranjas de la huerta valenciana a tiempo completo, me pareció estresante.


Ahí estaba yo y quedaban tres minutos para el lanzamiento de la nave “Payá k Vamos” con un futuro indeciso e incierto. Leí con rapidez las tres casillas restantes. En dos minutos debería decidir mi futura vida. A mi derecha un chico algo nervioso había señalado con la x correspondiente su casillero asignado y lo gritaba a viva voz. Bien es verdad que la “Verdad Suprema” nos asigna a cada uno cinco casillas diferentes sin posibilidad de repetir destino. Sonó por megafonía el inicio del último minuto anterior al lanzamiento y no tenía nada decidido, así que con toda rapidez, señalé con una x mi destino con la única certeza y conocimiento de ignorar al infortunio.

Cuando dieron el ahora, un señor bajito con una elástica deportiva blanca y un Santiago Bernabéu bordado en el pecho leyó en voz alta mi destino y quede aturdió por unos instantes. Al segundo, pensé en lo azaroso de mi destino y quizá de mi precipitada elección. ¿ZP? ¿Pero que saber ignoto ocultan estas palabras? pensé, mientras caía por el halo de luz hacia mi mundo futuro y una voz desde el mundo de los innombrables oí que gritaba a lo lejos, “la que vas a liar compadreeeeeeeeee”.

jueves, 9 de junio de 2011

Tormenta

Me gusta el café te dije, observando a través de los cristales el correr de las ancianas buscando refugios furtivos. La lluvia tiene un don purificador y a mí me gusta ver los zapatos de los niños mojados. ¿Revolución? No, no he visto nada.
Las revoluciones son cosas serias dijiste. Si, deben serlo pensé yo, sobre todo cuando faltan la libertad y el pan. Hay un charco justo en la puerta de entrada y chapotean los no tan niños y envidio su suerte y su imagen reflejada en el agua turbia y viscosa.
Huele a regaliz dijiste. Pero yo huelo a una humedad pesada de días que arrastra más de uno al que deberían prohibir la entrada.
Caen de las cornisas gotas como disparos a bocajarro y las mujeres me parecen más bellas. Debería llover por ley. Eso sí sería una auténtica revolución.

lunes, 30 de mayo de 2011

A mí no me gustan los gatos.

A mí no me gustan los gatos. Ni me gusta esa manía tuya de pararte en cada esquina observando el caminar de los felinos. Tu gato Ulises es un ejemplo de virtud comentas. Es más limpio que muchos humanos y más inteligente. Yo agrego que no pide dinero, ni solicita sexo el sábado noche. Tampoco tiene el mando a distancia bajo su dominio. Son las ventajas de tener un gato comentas. Yo prefiero tener un marrano. San Antón sería una locura. Deberían prohibir la venta de carne de cualquier ser vivo. No está bien comer carne, la tortura animal debería avergonzarnos comentas. Una zanahoria sufre aunque tú ni te inmutes, también es un ser vivo. Pero la sola idea de masticar carne te produce escalofríos. Yo me comería un buen solomillo y no la porquería que tenemos que aguantar aquí. El domingo tengo un bis a bis por 50 euros. Tú tienes el tercer grado en 15 días. A mí no me gustan los gatos. A ti es lo único que te salva de la rutina diaria en el paseo por el patio. A mí me quedan diez años y mi libertad tiene el sabor de un churrasco a la brasa.

lunes, 16 de mayo de 2011

Lo sabía.

Lo sabía. Desde que presioné el interruptor, sabía que llegaba mi hora. No suelo abrir la puerta así como así. Me cercioro de que la persona que acceda al banco tenga un aspecto que me resulte agradable. Si no es así, ignoro el ingrato sonido del timbre maldito, hasta que algún compañero acciona la apertura.
Jaime, el jubilado que todos los viernes saca 50 euros para sus gastos, cambió de cara cuando vio sacar el arma de un bolso Channel. Copia segura,  yo te compré  uno a un negro de Puerta Real por 20 euros. Yo también me quedé sin palabras cuando vi las tijeras de podar. Y se,  que Juan, y la pija nueva que vino de la oficina central y que aún no recuerdo su nombre, se pusieron pálidos, como un niño con empacho.
Y el grito. La palabra atraco a pleno pulmón cambió mi ritmo cardiaco y más cuando todas las miradas se dirigían a mi, suplicando la apertura de la caja y el final de tan angustiosa espera.
Conozco esos zapatos, yo te regalé unos idénticos el día de nuestro aniversario. Lo recuerdo porque a ti te parecieron tan poca cosa y tu enfado fue tan grande, que prometiste no calzarlos en toda tu vida.
Se lo que se siente al tener unas tijeras de podar junto al cuello. El frío de sus hojas, el temblor del atracador, la tensión, incluso su perfume. Yo conozco ese perfume. Me gasté 100 euros en lo que tú calificabas como empalagoso líquido barato.
Conozco la vergüenza de miccionar por miedo y que un minuto se convierta en una vida entera.  Por eso cuando Juan se abalanzó sobre el atracador, recobré el vigor, la entereza y el autorespeto y golpeé con furia a una carne débil hasta que una voz femenina  salida del fondo de un guarda montañas negro gritó! Mariano que soy yo coñoo !.
Ahí fue cuando me derrumbé, justo después de patearte y rezar por mí.


miércoles, 4 de mayo de 2011

Mercedes Li

No suelo tomarme al pié de la letra las insinuaciones de los clientes. Me limito a servir la cerveza vomitiva que les proporciona cierta sensación de sociabilidad. Eso, si aún mantienen cierta cordura, cosa que desde que llegué a este país brilla por su ausencia.

Hoy tengo el día tonto. Tres carreras por Gran Vía hacen que mis pies indignados, soliciten asilo y baja laboral. Pesados policías. Saben que seguiremos, nos hacen correr por correr. Antes, escondía el material en los arbolitos de quita y pon de las aceras.
Desaparecían ¿lo crees? En China dejas algo en la calle y en dos semanas vuelves y sigue ahí. ¿Aquí a quién le pides responsabilidades? si todos tienen la misma cara y nadie habla cristiano. Y además, si tardas en volver un paisano te roba la esquina y ya está el lío. Por eso ahora decido correr con el material. Una calle por aquí, otra por allá y vuelvo. Pero mi deseo es otro, no pienso estar dando de beber a estos sedientos y maleducados españoles todas las madrugadas de mi vida.
Yo quiero montar una peluquería. Ahorrar un dinero y dirigir mi salón de belleza y, dar tintes y rizados y trabajar bajo techo que en invierno la Gran Vía es un congelador callejero. “Mercedes Li”. Bonito ¿verdad? Ya tengo casi visto el local. El material lo tengo casi negociado con un senegalés del barrio que le montó a su novia el negocio, pero esta se piró para Barcelona y me lo dejó solo y algo tristón.
Ya practico con mis paisanas. Me miran extrañas cuando al mirarse al espejo descubren su pelo rubio y rizado. Se que es la primera impresión. Pero tengo un sueño. Llenaré la Gran Vía de orientales rubios y el salón de belleza Mercedes Li será la envidia de una ciudad fría, maleducada y bebedora, sobre todo a las cuatro de la madrugada

martes, 19 de abril de 2011

El Paraiso Terrenal

En El Paraíso Terrenal nos tomamos la Semana Santa muy en serio. Y mas el Jueves Santo cuando el “Paso” cansado y triste, sube a su templo y abrimos el balcón de la habitación de la negra cubana. A la Toñi le brotan lágrimas como almendras y a Ivanna la rusa se le queda la boca abierta como aquella vez que apareció la corporación municipal al completa requiriendo nuestros servicios. La Paqui va de mantilla, tiene contactos con un hermano mayor de la cofradía, no piensen mal, antes de dedicarse al oficio mas antiguo del mundo trabajaba limpiando oficinas. Ahora está en paro y su marido espera como tantos otros un empleo que no llega. La Paqui no es fija, viene los fines de semana y a nosotras nos parece bien. Tiene una familia que mantener.


Y la banda, con los guiños y los besos lanzados al aire con disimulo, y en el silencio, los gritos del capataz de fondo, y la Cruz de Guía alejándose por una calle repleta de vida, respeto y flashes de turistas. En El Paraíso Terrenal nos tomamos la Semana Santa muy enserio y mas cuando el “Cheli” antes de la última “levantá”, canta su saeta carcelaria al rostro de Jesús y una salva de aplausos no ahoga el odio que sentimos por el, se le va la mano con La Nena y ella hace mutis por el foro por que es el hombre de su vida -dice-.

En El Paraíso Terrenal nos tomamos muy enserio lo de la Semana Santa aunque se retrase el trabajo y la salita se nos llene de trombones, tambores, cornetas y gorras de plato. Un día, quise ir de mantilla, pero no tuve el valor de pasar de la puerta de la iglesia para hablar con los cofrades. Son mas de treinta años regentando el local y aunque en El Paraíso Terrenal nos tomamos la Semana Santa muy enserio, “cada uno en su casa y Dios en la de tos”, que a partir de las dos y después de los pasos, se nos amontona el trabajo.

martes, 12 de abril de 2011

De Arturo Belano a Ulises Lima.

 "Estoy con las ventanas abiertas, afuera llueve, una tormenta de verano, rayos, truenos, esas cosas que excitan o que impelen a la melancolía. ¿Cómo está México? ¿Cómo están las calles de México, mi fantasma, los amigos invisibles? ¿Sigue en pie Al Este del Paraiso o ya entró en el sueño de los justos?. Cuando mejore mi economía apareceré por tu casa una noche cualquiera. Y si no, es igual. El trecho que recorrimos juntos de alguna manera es historia y permanece. Quiero decir: sospecho, intuyo que aún está vivo, en medio de la oscuridad, pero vivo y todavía, quién lo iba a decir, desafiante. Bueno, no nos pongamos estupendos. Estoy escribiendo una novela donde tú te llamas Ulises Lima. La novela se llama Los detectives salvajes. / Un fuerte abrazo. R.”,

Áspero polvo de Sonora.....
A T.

sábado, 2 de abril de 2011

Al otro lado del auricular.

M. trabaja para una compañía telefónica de España pero vive en Perú. El primer día que escuché su voz, le corté el rollo con toda la amabilidad y con la naturalidad que me brindaban la treintena de llamadas anteriores recibidas de todas las compañías telefónicas del mundo. Volvió a insistir al día siguiente y lo despaché con la misma amabilidad pero con menos disimulo- últimamente no paro, tarifas de telefonía móvil, nueva compañía de gas, incluso en un sorteo gané 6.000€ si devolvía la llamada a un teléfono 805- pero el quedó en volver a llamar, con un acento suave encadenando las palabras lentamente, en un baile de sonidos contagioso.

Cambiaba de hora, de estrategia, incluso llamó otra compañera en el turno de tarde, de mi tarde naturalmente. Así cada dos días, cada semana, cada mes. Un día, le pregunté de donde era- de Lima me dijo- me habló de lo bien que le trataban y yo no quise comentarle que ganaba un tercio menos por hacer lo mismo que en España.
Quiere venir - pasa, le comenté cortésmente. Ahora España es un vertedero económico, quise explicarle- es del Madrid, yo quiero que abrace la verdadera religión, la blaugrana y no hay forma de hacerle olvidar a CR7. ¿De telefonía? Ni hablamos, es más, ya me dijo que la compañía para la que trabaja es la mas cara y el mismo tiene un contrato de permanencia con la competencia. Así es la vida- me dice con cierta sorna-.
Hay amistades que surgen en cualquier esquina.
He de ir dejándoles, M está al caer y hoy vuelve La Liga. Discúlpenme pues, que diría M. arrastrando la “s” desde el final de su garganta.

martes, 22 de marzo de 2011

Te vi.

Te vi a lo lejos
caminando entre camiones de basura
ruidosos y ajenos al mundo
por una acera transitada de noche y voces lejanas.
Debí ensayar como saludarte,
los camareros de los bares cerrados
miraban las muecas de mi cara,
mi mano levantada al aire
con esa absurda sonrisa de payaso triste.

Bajé la vista al suelo
buscando mariposas negras
para mi colección de vidas de asfalto
y cruzaste de acera
ignorando el planeta de los juegos perdidos.
En otro tiempo,
parabas los buses rojos a la carrera
solo para agitar tu mano de muñeca rota
Lo sé.
Sé cuando mienten los semáforos,
cuando les cambia la cara sus mentiras
aunque gobiernen el mundo en las ciudades oscuras.

sábado, 12 de marzo de 2011

Cleptomanía a plazos.

Intenté robar un libro de pequeño. Juan, un anciano que ahora me acompaña en algunas mañanas plácidas de sol liviano, después de un chasquido de lengua, movió la cabeza negando tres veces y a mi me temblaron las manos y dejé el libro en su estantería.

- No merece la pena. Dijo casi sin desviar la atención de un ejemplar que estaba leyendo de pié, junto a una montaña de libros de un autor difícil de pronunciar y mas difícil de leer. Lo tienes aquí, a tu disposición cuantas veces quieras, cada día que quieras. No hace falte que prives a nadie de su presencia.

Así nos reunimos en escapadas de compras los asiduos a nuestra sección. Nos saludan las dependientas, nos damos un golpe de vista y vamos disfrutando de nuestra cleptomanía a plazos. Juan aparece mas de tarde en tarde y el grupo no hace mas que disminuir, obviando a algunos invitados impertinentes de la sección de turismo.
Frente a nosotros, en la sección de videojuegos, las alarmas disparan luces de feria y sonidos a camión de bomberos. Ni levantamos la vista siquiera.
¡Ya les vale no colocar un pantalla para que lo niños disfruten un rato! Comenta una señora a mi lado, que lleva tres meses con el mismo ejemplar.
Igual vive lejos. O igual disfruta cada palabra, cada letra como su marido la vista mirando de reojo el probador de señoras.
Cada uno disfruta como quiere pienso, cuando llega un segurata a la sección de videojuegos, vacía como un puticlub en Corpus.

lunes, 7 de marzo de 2011

Reflexiones de bar

" La mentira tiene las piernas muy cortas,
pero esta mujer las tiene largas, quizá demasiado"

"Nunca pidas tu canción preferida ,
a menos que la sirvan fría, muy fría."

Si alguien pregunta mas de un minuto sobre tu vida,
tu repuesta ha de ser siempre: "Yo vivo aquí al lado, muy cerquita"

"Nunca te fíes de alguien que te invita a una copa sin conocerte.
Y menos aún si la paga".

"Nunca te la des de sensible,
y menos diciendo que lloraste con Torrente 2".

Continuará.......................... o no.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mermelada.

Un viernes a eso de las 2:15 horas de la madrugada en un garito de cuyo nombre no quiero acordarme, un DJ un tanto peculiar aderezaba el aire con sonidos estridentes acompañados con la voz de Rafaella Carrá.

Por lo visto, y oído, el mensaje de la canción era compartido por la numerosa clientela del garito en cuestión, que aportaba al estribillo unos gritos entusiastas y armónicos. Algo de un armario, que el hombre estaba enfermo y se buscó una enfermera personal, y la mujer ilusa creía que estaba malito y lo que tenía era una doble de Elsa Pataky que le hacía su reanimación jugando a los médicos y llegó la mujer y que dolor que pena………… Algo así. La verdad que no sé si fue el vodka con naranja, el delirio colectivo, o que soy mas hortera que Cristiano Ronaldo bailando los pajaritos, que me adentré en ese mundo fascinante del karaoke colectivo y grité y canté……y mientras lo hacía, deseaba tener un enfermera en el armario y miraba a la gente con la vena encendida. Ahora lo entiendo, todos quieren a alguien en el armario, por eso cantan el estribillo con tanta energía y entusiasmo.
Por cierto…¿Qué pasó con la chica aquella del perro en el programa de la Gemio, que estaba escondido Ricky Martin en el armario………………….?.
Lo cierto que no recuerdo más de la pregunta de M., estaba tan bebido, que solo recuerdo la palabra mermelada. Es jodido el alcohol. ¿Y que haría Ricky Martín comiendo mermelada en un armario?..
Hay noches de sábado que no deberían llegar nunca.

viernes, 25 de febrero de 2011

Mañanas imperfectas.

Desciende rápido por la escalera, le gusta de siempre, desde que viviera en un décimo sin ascensor, en la parte oscura. Su forma de nombrar su barrio, la casa de sus padres, donde vuelve siempre que su trabajo lo permite. Al salir a la calle, nota el aire molesto en su cara, mete la mano en su bolsillo buscando las llaves del coche. Detesta limpiar el cristal delantero de pasquines de publicidad, en esta parte de la ciudad hay cierto repartidor que parece disfrutar dejando bajo su limpia parabrisas la mas amplia gama de servicios; chinos, tintorerías, restaurantes o compra ventas de oro.


Abre la puerta del coche, cualquiera diría que lleva meses en la calle abandonado. A los pasquines publicitarios hay que sumar los excrementos de las aves, el polvo acumulado y algún texto en el cristal trasero, que aconseja realizar alguna labor agrícola en vez de su limpieza.

Continuará..................

jueves, 17 de febrero de 2011

LADY GAGA.

“Soy un tipo de canciones” le escuchaba decir al tipo espeso, cuando la camarera inundaba una carpeta de discos compactos con unos dedos impregnados de sabor a vodka con naranja. Segundos después, el inicio de Wonderwall, acallaba las palabras del doble de Torrrente como si la música fuera una adormidera serena y global, y los presentes meros espectadores de una obra de teatro con final predecible.
Cuando las señales corporales emitidas por el gordo anunciaban su estrellato momentáneo, dos chupitos de un licor verdoso, anunciaban el inicio de un pasito más, como si la rubia del bar asintiera en la galantería y el azar diera una oportunidad a una noche exitosa. El bullicio del garito dejaba paso a momentos serenos por esa avalancha de los fumadores hacia la puerta del local, concurrida como un local de alterne en feria. La visión de nuestro amigo, inclinando su peso hacia la barra, desafiando cualquier ley física e intentando sujetar las manos de la rubia con esa hilaridad de verbo fácil y rápido, resultaba algo cómica……

-¿Y esa es la nueva historia que vas a colgar?- disparó I., incrédula por la inacción del protagonista. No ocurre nada, ¿se la tira al final? ¿Muere envenenado por un chupito? ¿La rubia es less?
No se la verdad- comenté algo sorprendido- solo quería escribir algo donde un perdedor tuviera un golpe de fortuna, una noche mágica. También tienen derecho los gordos grasientos a pasar una noche con la camarera rubia buenorra del bar, ¿no?
Hombressss- susurro I. al aire. ¿Tú te imaginas a Torrente con Lady Gaga?
Despierta chico, convierte el relato en un asesinato sin resolver, un suicidio colectivo, una historia de infidelidad continua, pero olvida al gordo o tendrás menos éxito que Lady Gaga por jotas a orillas del Ebro.

…….Justo cuando nuestro protagonista dirigía unas palabras a la rubia voluptuosa y justo después de llevar sus manos a la garganta y realizar numerosos aspavientos, cayó como fulminado por un rayo y su cuerpo quedó inmóvil sobre la barra húmeda del bar.
Solo se oyó la voz de A. sentado a mi lado que exclamó malhumorado:
¡Ya lán dao por culo al gordo!

martes, 8 de febrero de 2011

Quiroptofobia

Murciélagos. Odio los murciélagos. Esos dientes, ese cuerpo de ratón con alas. De pequeño soñaba en adentrarme en cuevas secretas repletas de tesoros maravillosos hasta que cientos de ellos alertados por la luz de mi antorcha, se dirigían hacia mí en actitud hostil, despertando sudoroso llamando a gritos a mis padres.
En la casa de campo, en esos veranos largos de siestas eternas y mosquitos, alguna que otra vez, cuando la noche llamaba a la puerta de nuestro hastío, no se si perdido o asustado, sacábamos a escobazos a algún murciélago medio lelo, lo que aprovechaba mi hermana para reírse de mis gritos histéricos y mis aspavientos absurdos.
Y ahora, como castigo divino o maldición bíblica, apareces tú en mi vida. Que ande colgado de ti, con esa pinta de loca del Caribe tiene un mérito terrible. Que me llames Robin en nuestros momentos de efervescencia tiene un pase, que supero por el placer de sentir tus envestidas rabiosas que encienden las venas de tu cuello.
Pero de Batman, paso. Por más que sea tú fantasía mil veces soñada no me disfrazo de hombre-murciélago, ni por todo el oro del mundo, ni por el hombre mas deseado de la tierra. Así que ve olvidando esa capa negra, y ese antifaz que me produce urticaria y alquílame un disfraz de caperucita roja.
De la talla 42 a poder ser, gracias.
96E7QH82C5VW

miércoles, 2 de febrero de 2011

El regreso de Sergio

Son difíciles las paradas de autobús. Pero más difíciles aún las personas en ellas.
Moscas, piensa. Individuales, como salpicaduras de pintura roja sobre un mármol blanco roto. De pequeño cerraba los ojos e intentaba descifrar su número por la gravedad de su motor, por las carreras, por el sonido de las monedas en los bolsillos ajenos. Pero todos los autobuses tienen el mismo sonido a día perdido y áspero.
Lleva intentando superar ese miedo demasiado tiempo. Se le hace infinito el regreso a casa cada día. Son doce paradas y doce esperas que caducan con un paseo doloroso.
Su psicólogo le aconseja la estimulación positiva de recuerdos alegres y felices.
El, solo siente el vacío y el olor impregnado en el aire que dejó A., el día que abandonó a Sergio dejando su vida convertida en un vodevil de cabaret barato.
En una terapia de grupo, J, un chico escuálido seguidor de series vampíricas y convencido a pies juntillas de ser descendiente directo de cierto Conde rumano, le aseguró que su problema tenía la solución perfecta; no tendría inconveniente en demostrarlo de ser un simple mortal, claro.
Las terapias de grupo son a Sergio lo que teletienda a ciertos compradores compulsivos.
Lleva peor las miradas y hacerse el ocupado para situarse el último de una fila que abandona de inmediato al sentir el aire cargado del interior del vehículo.
Porque el dolor de Sergio es encontrarse con A, conductor de la concesionaria de buses de la ciudad. Por eso se le hace imposible poner un pie en cada bus que llega a la parada. Así un día y otro, haciendo de su regreso a casa una Maratón interminable de espera y emociones. Aunque sepa que jamás lo encontrará.
M murió de sida hará ahora 4 años y aun así, conduce la vida de Sergio.

domingo, 23 de enero de 2011

Clint Eastwood

A M. le sorprende mi pose de boxeador sonado cuando pregunta por ti. Extraña mi calma falsa, esa postura de rey destronado justo antes de esa coronación imposible y utópica. Me pregunta por mi afición a los agujeros negros, a mi admiración por ti, al deseo por alguien que seguramente encuentre en cada parada del 8.

Me insinúa, perdiendo la mirada en un guiri de paso por Bib-Rambla, que tamizar el deseo en amistad, es una mala jugada de tahúr retirado.
Pero M. no entiende de barcos en este mar de silencios de J. Leo en la prensa local que aumentan las operaciones de pecho en este tiempo de crisis y sonrío. No, el volumen no es directamente proporcional al afecto, sugiero y a M. que lleva un rato jugando al escondite con un trozo de pan y una paloma, le asalta una risa impostada.
Las Calles repletas de rebajas y amistades de saldo.
Recuerdo las vivencias desveladas, las cuitas familiares al otro lado de un mar inmenso.
M. mira mi CD. de Soda Estéreo como quién ve una lagartija en una paella. Negué más de tres veces la banda. J, no reiría mis gracias.
Para ser jueves de rebajas, no hay demasiada gente por el centro, comenta M. sorprendida, entre tanto espacio común y libre. Hay un Zara en cada esquina y una imagen de J. en cada escaparate. Una chapa de Clint Eastwood en la solapa de la chupa de M. sonríe irónicamente al mundo. A mi, me hubiera gustado impostar esa pose. Me hubiera gustado ser su Clint Eastwood. Al menos un ratico.

Me despido de M. y busco la imagen de J. en cada cara, en cada torso que me cruzo por Reyes Católicos mientras doy la ultima calada al cigarro de Clint que no rechacé, a sabiendas que no fumo.

Alégrame el día…………. le recuerdo con su media sonrisa.

miércoles, 19 de enero de 2011

A J.

A J. le resbalan entre sus dedos las últimas gotas de mi vida en su mundo y no parece percibir el final que tanto desea y que tanto calla. Me encantan los finales tristes, los finales de pie de estación y lágrima fácil, de andén y despedida, de ausencia sentida en un futuro gris y lluvioso. Lo peor del afecto disparado a ráfagas, es esperar una mínima reciprocidad, los silencios y la espera permisiva de unas palabras que nunca llegan, como un cuchillo frío en un costado doloroso.

En Gran Vía, donde las luces se confunden con los sentimientos de un domingo soleado, parpadeo la absurda temeridad de acabar de un golpe fuerte y seco. Pero me falta deseo y sobre todo cojones. Buscar tu silueta en una mar de personas ajenas me esta convirtiendo en campeón del mundo en la modalidad del no encuentro. No se, si esperar que este azucarillo se disuelva lentamente en este charco de lluvia o seguir con la pantomima enviando preguntas a ninguna parte.
Un fundido en negro sobre una ciudad triste estaría bien como despedida. Quizá un curso por correspondencia aceleraría el proceso. Ya ves, aún no tengo el valor pero si la voluntad de decir basta.
Siento no haber fabricado un final feliz J.
Lo siento. De veras.

miércoles, 12 de enero de 2011

A GOLPE DE TOS

Lo peor de una débil gripe
prepotente y okupa,
no son los mocos dañinos y arrogantes
instalados a pensión completa.
Lo que mas duele es el agua,
el paracetamol y los gritos de los niños en la calle
exiliados y felices,
en su mundo porculero y fugaz.