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lunes, 4 de julio de 2011

No quiero ser como tú.

Eres grande tío. Con tu siete a la espalda, tus dos pendientes de pura roca como si no costaran y ese pelo engominado preparado de fiesta en el saque de cada falta. Colecciono todas sus poses. Me miro al espejo con el cuello de mi polo levantado al cielo de las tres mil viviendas y limpio mis circonitas para el gran baile del paseo diario. No creas que resulta fácil. Admiro tus gestos, como aquel día en el Bernabéu cuando te quitaste la camiseta después del gol para mostrar tus abdominales. Pero reconoce conmigo que el gol te importaba una verdadera mierda, tú querías salir en la portada por marcar abdominales y lo conseguiste, cosa que no pretendo, aunque me cueste 30 del ala ir cada día a un gimnasio para obtener el mismo resultado que una convención cristiana en Las Vegas. Y esas titis, opulentas y apretadas que te marcas en las portadas y que son la envidia de toda MercaSevilla. Y qué me dices de esa chulería en campo ajeno. Yo fui al campo de los palanganas y vi como vacilabas al graderío: con dos cojones. Mucho arte chaval, pero no te confundas porque aquí el mejor no eres tú y lo sabes. Si, él es el numero uno, pero nadie quiere parecerse a un numero uno que no se envidie, que no vacile de buga o de cuerpo o de chorba o de la madre que lo parió y, este fuera del campo, es más soso que Iniesta de rumba. Por eso te aviso chaval, no te precipites, como cambies de imagen la próxima temporada la cagas compadre. No me gasto una pasta en el mercadillo para pasear por las tres mil y que me llamen Ronaldito en cada esquina y sentirme el rey del mambo. Ándate con ojo, esa novieta tuya te vuelve pijito y a mí no me va ese rollo. Cani si, así somos compañero, pero no te confundas, la vida es solo un suspiro y aunque no lo parezca, no quiero ser como tú.