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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mi blog

Ya de pequeño quise tener un blog. Me imaginaba llegando a casa, soltando mi mochila de libros con esquinas dobladas y mi blog recibiéndome alegre y saltarín, lamiéndome la cara en señal de amistad eterna. Pero lo fui dejando y me daba cierta envidia sana cuando veía por la calle a la gente paseándolos, con esa suficiencia de saberse observados, mientras su blog al final de la correa, olfateaba cada esquina, cada poro de asfalto, cada persona encontrada.
A lo más que llegué, fue a tener una libretita amarilla enjaulada. La pobre, soltaba algún pio-pio cuando me acercaba a ella. No es que me diera vergüenza, es que me resultaba doloroso mostrarla, sobre todo, cuando todos alardeaban de visitas y lecturas. Mi pobre libreta no estuvo en otras manos que no fueran las mías.
Me encantaba ir a los cíbers y mirar blogs. Unos bajitos y con grandes orejas: melancólicos. Otros daba cierto vértigo mirarlos con esa defensa a ultranza de todo lo expuesto: blogs de presa me dijeron que se llamaban. Los había con hadas, corazones, flechitas, mucho amor , blogs caniches me dijo Pepe el del ciber. Los había también buscones, uff, pero eso si que no, cualquiera que me viera merodeando aquel lupanar, podrían pensar algo mal de mi.
Pero la vida a veces nos deja en la puerta de casa una sorpresa grata e inesperada. Y como quién no quiere la cosa me encontré con mi blog casi sin quererlo. No es un blog de concurso, ni es de esos que cuando lo paseas te preguntan la raza, la edad o la dirección del peluquero. Pepe el del cíber me dijo que era un blog-chucho. Un blog común. De esos que hay miles por las calles del mundo. Pero saben, a mi me gusta pasearlo de vez en cuando y encontrarme en alguna esquina con otros blogs, y olerlos, y dejar mi huella en ellos. A veces te sientes incluso triste cuando merodeas un lugar común y no olfateas a los blogs de siempre. Pero así es la vida. Cada uno elige una hora del día para pasear a su blog y el lugar por donde hacerlo. El mio me pide a veces calle y otras, que me olvide de todo y lo abandone en la bloguera municipal. Pero me da miedo verlo en otras manos, no soportaría sus ojos tristes en la mirada de cualquiera.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Catorce de Diciembre.

He visto caer las primeras nieves.
También a Berlusconi parece que le llueve el odio.
Los caimanes desfilan por Madrid
al grito de salvémonos,
mientras España se congela en indignidad y miseria.
Casi duelen las manos,
casi Cataluña es independiente.
Votaron los menores, los sin papales,
solo faltaron los muertos para cantarnos sus alabanzas,
mis primos los charnegos, los ausentes siempre en navidad
odian su pasado igual que aman su presente ficticio.
Federico no aparece,
y la tierra removida es la metáfora perfecta.
Dejó de nevar,
los primeros claros anuncian un lunes pesado,
egoísta y el viento corta mi cara,
mis bolsillos se inundan de dedos inertes.
Catorce de diciembre, el fin de año
lo celebraremos a las siete,
la hora tonta de los bares cerrados.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Adoro ser yo.

Me apetecía,
tomar un disfraz de embaucador
y por unas horas ser alguien impostado.
Pensé ser dicharachero y cómico,
impertinente y magnético,
provocador de risas fáciles y contagiosas.
Pero aparecieron en mi mente
esa risas enlatadas que saludan
al Wyoming con sus arrogantes
incursiones en la sátira cómica de poco ingenio
y odio visceral y me ardieron las tripas.
Pensé en ser un actor de éxito,
altanero y altivo que arranca suspiros
ya en su primera aparición en escena,
de esos que ganan glamour
hasta vendiendo cafeteras por televisión.
Pero no. Ni tengo talento, ni fisico, ni cartera
para invitarte a una cena en Lago di Como.
Pensé en ser cantante entonces
y no fue buena idea, mis canciones preferidas
son cantadas por tipos desarrapados,
inteligentes, sensibles y asiduos al melodrama nostálgico.
Y creeme, ni tan inteligente, ni tan sensible
como para escribir dos lineas verdaderas.
Y pensé en ser yo en mi mediocridad absoluta
arrastrando las palabras por temor a exponerlas.
Quise ser yo, mas tarde,
cuando noté que te importaban mis silencios
en un mar de sonidos confusos,
indescriptibles, como llantos de muñeca rota.
Me apetecía creeme,
pero descubrí que me gusta ser yo,
individual, tonto, arcaico, barruntoso y torpe,
espeso, inexperto e incrédulo,
pero sobre todo tuyo. Tuyo,
como un lápiz de colores
en un preescolar interminable.
Adoro ser yo, mi, me: contigo.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Paraguas

A veces caminar por una ciudad, por una calle o avenida medio transitada, puede resultar una acción arriesgada- sobre todo cuando llueve y un mar de paraguas inunda las aceras de este soleado otoño: impostor de señuelos en primeros frios-.
Soy alguien normal. Ni alto, ni bajo. Ni gordo, ni flaco. Ni guapo, ni feo. Pero hay algo que me define y me distingue del resto de los mortales que habitan mi ciudad: soy un profesional en el manejo del paraguas. Me explico:


El uso y la elección de un paraguas es ago muy serio, casi peligroso en manos inexpertas.
Un paraguas debe resguardar del agua a una sola persona, nunca a dos. Olvidemos los modelos playeros creanme, son todo dificultad para caminar por esas calles comerciales. Su diseño es importante. Lo mejor, negro para el caballero y a color, dicreto para las señoras. Olvidense de eslóganes comerciales: Nivea Cream, Cervezas San Miguel, Carniceria La paqui: la mejor carne del barrio-¿Tan buena esta la paqui?- eslóganes deportivos: Musho Betis, Aquí se juega al Teto, Jornadas Hispánicas de Rugby australiano. Publicitarios, los mas enconados: Beba Agua, Coma Pan y Moje, Coma mantecados, tambien en agosto. Los higiénico sanitarios son a veces de mal gusto: Con frenadol aquí no estornuda ni Dios, Coloque un supositorio en su vida, otra cosa es donde. O aquel estrafalario y cómico: Si quieres sexo: sonríe, pero no me llores, anda. Con todo esto les quiero contar, que la eleccíón del diseño de nuestro paraguas es importantísimo tanto así, como nuestra ropa interior, perfume o zapatos. Nos define como somos.
Su uso ya es otra cosa. Hay que ser refinado, no es un palo, ni un bastón, ni una vara de mando. El paraguas se abre con dulzura y energia en un solo toque enérgico. La prolongación del brazo debe ser rígida y en ángulo recto con el antebrazo y así evitaremos esas gotas molestas en la espalda. Y lo mas importante: su conducción. El paraguas no se inclina a derecha o izquierda cuando nos cruzamos con alguien, debe ser el mas alto el que ascienda su paraguas para evitar el choque.
Años de estudio y constancia me llevaron a editar mi primer libro: Gotas caen, donde disecciono los tipos de lluvia de mi ciudad. En mi último libro, Un paraguas olvidado, diserto sobre la soledad del mundo y sus habitantes. No esta mal dirán ustedes. Imaginen que en mi ciudad llueve 25 dias al año.
Sin mas tiempo que dedicarles, me despido de ustedes con la intención de que propaguen el buen uso del paraguas.
Saludos.