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jueves, 12 de enero de 2012

Están en todas partes.

Ya están aquí me dijo. Están en todas partes. Nos miran, nos observan, saben de tus pecados y virtudes, de tus falsas poses, alardean con tus fracasos y sonríen cuando mientes a tu madre. La miré como quién encuentra un pingüino en el mediterráneo; acojonado más que curioso, pero seguía con su perorata. Conocen el color de nuestros pecados… proseguía y yo la observaba reflejada en el cristal frente a la barra. Su cara quedaba justo entre una botella de Jack Daniel’s y un vaso de pajitas rosa chicle…..Me imagino sus caras, observándonos, caricaturizándonos….No creo en los extraterrestres dije yo como quitando hierro a su desvarío. No hablo de extraterrestres ¿me tomas por gilipollas? Hablo de virus, de virus informáticos, el mal del siglo XXI.

Quise disimular, hacer como el que no entiende de males ajenos, la táctica del buenos días sonriente cuando el despertar es un mal presagio. Hablaba y hablaba y yo sumergía mi cabeza de avestruz en una cerveza fría haciéndome el indiferente.

Ahora sé que la lucecita verde que prende en mi ordenador de vez en cuando, no es un fallo de una maquinita loca, caprichosa y díscola y que los extraterrestres o están aquí desde hace tiempo o poco les falta. Mi vecino con un par de antenas daría el perfil exacto.  En cuanto a ella, cambió tan radical de tema, que me fue imposible seguir la conversación. No me despedí siquiera, conversaba sobre literatura y política social: ya si creía en extraterrestres.