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miércoles, 30 de septiembre de 2009

V.

Cuando jugaba con su imagen reflejada en los cristales de los autobuses, V. parecía perderse en un mundo perfecto y único. Le importaba una mierda las muecas y las caras de sorpresa de los ocupantes, girando a la izquierda la cabeza como un partido de tenis a media cancha.
A V. siempre le pareció la vida un tapete verde sobre una mesa amplia, donde jugar, implicaba perder solo el tiempo transcurrido en el juego. Mis recuerdos de V., afrodita perfecta, circulan con la alegría del saberse única, siempre buscando con la yema de los dedos ese roce de vida: la sorpresa constante.
Ahora V. comienza a reconocer la imperfección del mundo.
Hay manos que necesita apretar y voces que almacenar en el disco duro de su memoria.
Cuando las ausencias acompañen a la rutina habitual, no quiere perder ese tacto áspero
que ya no será suyo. Almacena llamadas pérdidas, colección de mariposas indefensas.
Siempre hay algunos signos en la vida de los demás que nos muestran como son.
Una noche de farra y letras, con la verborrea plácida que da un toque de alcohol, comentamos nuestros favoritos literarios. Hablamos de Bolaño, de Valente, de Lorca, de su blog abierto al olvido. Confesamos nuestras divergencias y nuestros libros favoritos tuvieron título y autor. Le hablé de Kafka, de La Metamorfosis, de lo que un libro cambia la vida o la imagen del mundo. Ella me habló de Auster y ahora entiendo algunos códigos en la vida de V. Su libro preferido- Creí que mi padre era Dios- escondía algo mas que una admiración literaria.
A V. se le escapan los días de esas manos asperas. Acaban con la prisa de una urgencia extrema, ahora que necesita tiempo para decir tampoco.
-Las despedidas no son mi fuerte- comentó algún día.
Algunas son inevitables. Pero mientras llegan, exprimimos los últimos instantes.
Bajo a comprar ese libro de Auster, se lo debo a V.
Yo también creí que mi padre era Dios.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Acuáticos

En tus manos de lluvia,
nuestra verdad
me parece mas grande aún,
reflejada en la progresión líquida
de los espejos acuáticos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Campeones de Europa.

Cuando abrí la puerta, me enfrenté de repente a dos señores de mediana edad, bien vestidos, con porte de ejecutivos de segunda.
- Buenas tardes, estamos aquí para revelarle la palabra de Dios.
Giré mi muñeca, las nueve y cinco. Mi único Dios ahora mismo se llama Pau y quedan diez minutos para mostrarle al mundo su verdad suprema pensé, pero lo único que pude escupir fue un buenas tardes casi inaudible y un ustedes me contarán, como si lo mas importante en este día, fuera darle la bienvenida a la palabra expuesta por estos guias espirituales.
- Como usted sabe, el fin del mundo se acerca y tenemos cuentas pendientes con el creador,-comenzó su discurso el mas joven, como recién salido de un curso acelerado de venta a domicilio- me ofreció un pequeño folleto con ilustraciones algo infantiles para mi gusto, sobre los pasos a seguir para salvar mi alma. Tras la puerta de enfrente, el perro de mi vecino ladraba a unas voces desconocidas y desde el salón, la voz del televisor vestejaba los triples de Rudy, mientras yo intentaba deshacerme de mi visita inesperada con el tacto que el tema merecía: lo siento, creo que entre Diós y yo hay viejas cuentas pendientes y así creo que seguirán por mucho tiempo, no creo que ningún cataclismo acabe con nosotros por ahora.
Me despedí de los testigos de jehová y ellos a su vez me desearon buena suerte con una corrección y una educación absoluta.
Al volver al salón ya ganábamos de veinte. Que fácil lo hacen. Una máquina perfecta. Los típicos comentarios, pero sí, son la caña. ¿Por qué en este deporte sigues estando nervioso ganando de treinta y faltando cinco minutos? Ni idea. Ahí esta Pau machacando delante de un serbio de apellido innombrable mientras las banderas con una super ñ surgen de la grada, sin gritar demasiado, como pidiendo perdón por tanta superioridad.
Se acabó. Campeones de Europa. Confetis, banderas, saltos, cánticos. Entrega de trofeos. Pau en el quinteto ideal, mejor jugador del torneo y su medalla de oro al cuello.
Un tipo grande, campeón del mundo, subcampeón olimpico, campeón de la N.B.A. y ahora llora como quién alcanza la gloria. Debería tomar nota un tal CR que aún no ganó ni el pan de una trampa y tiene andares de dios griego, siendo un ignorante en Alejandría.
Me voy a la cama, abro mi libro de Bolaño y recuerdo mi visita.
El perro de mi vecino sigue ladrando a los ruidos del portal y mi Dios salda viejas cuentas con quienes creemos en el mundo de los vivos. Me gustaría rezar un Padre Nuestro, Bolaño me sumerge en Ciudad Juárez y olvido la liturgia por completo. Él sabrá perdonármelo, creo en Él sobre todas las cosas- sobre todo cuando ganamos de treinta sin despeinarnos-.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mentiras

Puestos a contar mentiras,
te diré que te odio
con la fuerza de un insecto,
y que tu valiosa silueta cómica
se atraganta en mi garganta
cuando más deseo masticarte.
En ese preciso instante,
cuando tu humedad deja en mi boca
el sabor a desidia durante días.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Futuro Imperfecto

Almacéname en las afueras
y en los rincones perdidos
de las ciudades muertas e impuras.
Escondido bajo los escombros
de un letargo absurdo y lastimero,
señalado por la x de los juguetes
rotos y olvidados.
Almacéname,
donde las mascaras guardadas
carecen de emoción y disciplina.
Aún quedará tiempo después
para fabricar las sombras chinescas
perfectas, quizás algún día
quede tiempo para nosotros.

martes, 8 de septiembre de 2009

De canciones y ritmos.

El Alquimista volvió a sonreír como en su mejor época. Ni esos pro-ongs culturetas, ni los modernos de barba de tres días, flequillos bunnymen entubados en vaqueros de vivos colores, pudieron enturbiarnos un sábado apoteósico.
G. nos introdujo en el mundo sabio del pop, con una leve dosis de Midnight-oil acompasada e ignótica: una regresión contagiosa a un mundo pasado y feliz. Nos habló de su llegada a la ciudad, de los pasos dados, de los perdidos, de las noches de tertulia etílica a los pies de Santa Ana. De mujeres, de odios. -Beds are burnnig sonaba de fondo y fuimos G durante unos minutos.
V. nos habló del primer sexo robado. De su novio inglés. De los polvos a quemaropa en los baños del Planta, de las excursiones de fin de semana a Londres y su vuelta. Triste regreso
a un mundo perdido en un lugar cualquiera. Y soltó su canción como pidiendo perdón de antemano, Missing. Asentimos como párvulos. También nuestro deseo intentó rozar sus piernas, su lluvia también se echó de menos.
Puestos a sincerarnos I. nos sorprendió a todos con una elección magnífica y olvidada. El gran Billy Bragg y su sexuality.
-Nunca entendí la letra hasta hace poco. Creí que se trataba de sexo con el gran amor y no con el himno a la libertad de elección y contra el racismo que fue siempre-. Sonaba de fondo The La s, todo el local cantaba a coro There she goes y nos mirábamos mientras los modernitos de turno ponían cara de asombro y nos apuntaban con la desidia y el desdén de veinte años menos. Al. no habló de canciones, habló de vidas. De vidas perdidas. De lo que quisimos ser y en lo que nos hemos convertido, de promesas rotas. Del microcosmos absurdo
de lo individual. Comenzábamos a desfasar, a cambiar el ritmo verdadero de las experiencias pasadas, a distorsionar la realidad anterior. Sonaba Feist- one, two, three, four, tell me that you love me more- y volvimos a rajar de nosotros, a beber y a reir. Mientras, nos seguían mirando los pro-ongs culturetas, los mismos que cantaban a Sabina cuando nos partíamos el culo por conseguir el phornografic de The Cure.
Así es la vida comenté, mientras alguien pedía a M. una vaso de agua mineral.
Ya sabes me dijo M. Cambia la vida, la música, las drogas. ¿Dónde he oído eso yo antes?, pensé mientras suplicaba un roce furtivo de V.