Número equivocado.
Serían como las 5 de la madrugada. Sonó el teléfono avisando de una tragedia esperada. -Diga-, dije con la voz pastosa del miedo y alguien dijo -lo siento- con la voz rota de la ausencia prematura. Pensé en la espera y en lo inminente del desastre. Alguien equivocó la tristeza. Aún tengo el número de móvil en la memoria del teléfono. Aún estoy a tiempo – no te preocupes, yo también lo siento- debí decir entonces.
10 comentarios:
No sé porque pensé que era equivalente a decir: Nunca te vayas sin decir te quiero....
Besos
Es tan triste que todo se acabe...
Qué historia más triste en apenas cinco renglones. Qué buen y orifinal enfoque. Me ha parecido un cuento, o un apunte, o un bosquejo magnífico...
No debe haber peor cosa que ese timbre que suena en la madrugada...Terrible.
Un abrazo
La sensación de las palabras no dichas en el momento más necesario.
Besitos y buena semana!!
Como han dicho más arriba, es increíble la tristeza tan profunda que emana un relato tan breve. Me permito enlazarte en el blog y disculpa pero es que últimamente no tenemos demasiado tiempo.
Librería Atlántida.
Conciso y efectivo, el micro. Sí señor.
Esas llamadas a deshoras y equivocadas...
Te quedas pensando si en realidad, no era una equivocación y se esperaba esa respuesta que no se obtuvo.
Debió de haber quién hizo amigos aquel verano en el que se quemó la central telefónica, cuando al marcar, el caprichoso destino hacía sonar teléfonos desconocidos por la mala conexión de las líneas.
Vaya experiencia escalofriante aveces mejor no te quisieras enterar de nada.
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