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jueves, 23 de abril de 2009

Gabriela

Los recuerdos tienen la fea constumbre de devolvermos a las personas idealizadas, o totalmente maltrechas del largo viaje de nuestro subconsciente. Así mi memoria escupió a Gabriela, supongo con el único propósito de condenarla al olvido.

Apoyaba sus codos sobre la barra del Alquimista mientras su mirada se clavaba en algún punto fijo de una estanteria con botellas de licor. Fumaba negro y me sorprendió por lo poco casual, bebía pintas de cerveza acompañadas como bien supe después, por chupitos de Cuatro Rosas. Desde el primer instante, supe que era argentina por esas deportivas negras- cuya marca no voy a citar, a no ser que me contraten como guionista de su próximo spot publicitario- que extrañamente a nadie se les ve en mi país, aunque reciba mas de cuarenta millones de turistas. La segunda pista inequívoca de su procedencia un -¿ podés darme otra cerveza?-, expulsado con la seguridad de un boxeador aspirante al esquivar un golpe, que corroboró mis ideas anteriores. La definitiva, la que me dejó claro que era argentina, fue un -¿tenés fuego?-, seguido de un no por mi parte, y un escusado- lo dejé hace tiempo-, cuando su mirada casi me abrasa por no pertenecer al gremio. A partir de ahí no se si las moléculas o los átomos, el mundo que gira en dirección contraria o simplemente el aburrimiento, me bridaron ser el centro de atención en las siguientes dos horas de su vida.
Me dijo que dejó su ciudad, muy a su pesar, por que la apretaba. La asfixiaba. Su amigos, su famila, como casi todo el mundo, se dió el lance por una situación bastante mala economicamente y acentuada por la ruptura de su matrimonio. A la media hora no tenía claro si era el corralito quien empujó a Gabriela a dejar su país, o fue el fracaso de un matrimonio disparatado con un cholo -aún hoy no se que significa- loco. De él quedó como prueba una hija, Marcela, bajo cuidado de los padres maternos y añorada hasta las lagrimas. según sus propias palabras. Lo sorprendente era que a la vez que hablaba conmigo, podía llevar las conversaciones de los camareros y estar pendiente del partido de champions de la televisión sin perder el hilo de su relato, como si este hubiera sido puesto en escena cada noche, como si solo cambiaran al actor secundario. Hablamos de lo duro que eran los comienzos en un país extraño - flaco no te hacés a la idea-, sin plata. Aterrizó en Madrid casi con el único equipaje de la tristeza y tuvo que buscar a los amigos de unos amigos. Algo frecuente me contó, doce horas tardó en dar con ellos para poder dormir en una habitación compartida por tres personas. No pude saber los pasos dados hasta acabar en esta ciudad. Dió un giro rotundo a la conversación opinando sobre la atracción que sentiamos hacia las argentinas, mientras postulaba esa pose de jugador de tercera pretendido por un gran club.
- Flaco vos bebés a sorbitos-, me decía mientras mezclaba el Cuatro Rosas con esa cerveza rubia irlandesa tan dificil de pronunciar y de recordar. Había logrado rehacerse aquí, convivía con un chileno, pero según ella, se la daba de vez en cuando por aquello de sentirse rebelde ante el mundo. Fueron dos horas intensas, me sentí psicólogo y comprendí la proliferación de ciertas profesiones, mas aún en ciertos paises. Con la misma naturalidad que contaba en su relato, pidió la cuenta y anotó su teléfono en un cartón, que recorto antes de su paquete de tabaco. - No dejés de llamar flaco-. Me dió un beso en cada mejilla y se retiró guiñandome un ojo.

Nunca la llame. Ni la volví a ver jamás. Puede que volviera con su Marcela y su cholo loco.
O tal vez se cansara de esta ciudad y tuviera el valor que nos falta a muchos de abandonarla.

10 comentarios:

Zayi Hernández dijo...

QUE HISTORIA MÁS DULCE.... ESO PASA MUCHAS VECES...CUANTOS CARTONES CON TELEFONOS DEJAMOS EN LA VIDA...
BESITOS.

Eli dijo...

Yo creo que la memoria es selectiva, con lo cual los malos recuerdos tienden a olvidarse y solamente conservamos los mejores.
De todos modos, al igual que tú en cuestiones idiomáticas, no entiendo porqué siempre se cae en los tópicos referentes a la nacionalidad de las personas, olvidando que cada ser humano tiene su propia individualidad más allá del pais del que provenga.
Un saludo

Ros dijo...

CREES QUE EXISTA EL OLVIDO?

yo creo que no.

por ahí, dentro de tus magníficas letras encontré esto:
me bridaron
o me brindaron?

me gustó mucho lo de:
"Así mi memoria escupió a Gabriela"

SALUDOS

Canalla dijo...

Alguien que permanece desconocido, sólo latente en la memoria de lo que no fue, es una imagen poderosa y, a veces, la mejor de las nostalgias.
Saludos.

María dijo...

Bella historia la de Gabriela, un placer que la compartas con todos nosotros en este post.

Salu2.

Lupe dijo...

Comence a leer tu historia convencida que no iba a terminarla, no me preguntes la razon.
Lo realmente cierto es que esta bien enlazada, que existen detalles que la hacen interesante, que te llevan a ver el otro lado de Gabriela, de las miles de Grabrielas, de los miles de actores secundarios.
Es evidente que el pais de procedencia es indiferente, es la lejanía, los motivos que nos llevan a una situación, a un lugar del mundo que ni en sueños hubieramos pensado estar.
A unos nos toca ser Gabriela y a otros nos toca ser el actor secundario.
Interesante Antonio.

Thania dijo...

Lo bello de lo cotidiano, en un bar cotidiano, con una mujer nada cotidiana.

y un actor secundario
lleno de nostalgia que derrama líneas como estas.



saludos Antonio

Grettel J. Singer dijo...

de todos modos, las argentinas no se olvidan fácilmente. son mujeres hermosas y deliciosas. ayer pasé por aquí a leerte y ahora vi que mi comentario no entró. te dejo éste más pequeño.
besos.

oNDSKa FLiCKa dijo...

Que lindo al dejar entrar en tu memoria,

En cuanto al olvido, creo que es parte de la memoria misma, sólo que lo dejamos en lo mas profundo, sin importar si tenga o no una razón para ser enterrado.

Besos!

Gabriela Daumas dijo...

Que linda historia , y si esa Gabriela era Argentina sin duda , ojala este feliz con su hija y un nuevo amor , una nueva vida ( se me antoja un final feliz ) ya que yo tambien me llamo Gabriela .
Un abrazo