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martes, 31 de agosto de 2010

Anuncios por palabras

Se venden palabras al mayor o detallista.
Ni hacemos descuentos ni devoluciones.
A ver si de una puta vez, elegimos correctamente.
Los adjetivos no se envuelven para regalo.
Pregunten por aquí,
responderemos a la mayor celeridad posible.


Ofrezco sexo a cambio de dinero
O dinero a cambio de sexo.
Me liao, da igual.
Llamen y ya tomamos una cañas.


Señora responsable se ofrece para cuidar ancianos.
A ser posible educados, calladitos
Y, de noches tranquilas.
Magnífica profesional,
mi aval es su futuro,
No llamen en horas de siesta. Gracias.


Estudiante universitario
busca similar para intercambio de:
japonés, finlandés o islandés.
Absténganse guarretes, es decir:
Gente desaseada.


Alquilamos apartamento céntrico
A dos minutos de boca de metro
1 minuto de parada de autobús.
Agua caliente y calefacción.
Nos lo quitan de las manos.
Llámenos o visítelo directamente:
C/ Sudores Malignos 3, 1º C
Erial de Alcahuete, Ávila.

lunes, 23 de agosto de 2010

Objetos perdidos

J. es un parásito enganchado a los pies de C. Sin embargo C. permite que J., garrapata disfrazada de torpe querubín, despoje sus venas de esa sangre roja y mestiza.

Un día, mientras paseábamos entre carreras de manteros y policía local, intentó convencerme de la bondad de J… Prefiero la bomba atómica, le dije.
Una mañana de azul de metileno, en una llamada casi perdida, soltó medio a ráfagas el fin de su unión con J. El amor tiene esa incapacidad atroz que nos hace perder la vista, el olfato y a veces incluso el tacto. Peor aún es la cartera: esa tarda mas tiempo en recuperarse.

martes, 17 de agosto de 2010

Los ladridos del hombre perro

Anoche llovió.

Que desastrosa actitud.
Bajo las canales destrozadas
de verano sediento,
repiquetea la lluvia
sobre los contenedores de basura
y leo un mensaje de R.:
“los ladridos del hombre perro”.
Silba el aire de tormenta
y las ventanas se cierran
al compás de una bulería triste.
Se amortiguan los sonidos,
bajo la lluvia inquieta
no logro escuchar los ladridos.
Mi hombre perro
no ladra a la noche de agosto.

domingo, 8 de agosto de 2010

El último deseo de Armando Cortés

Armando Cortés; distribuidor de estupefacientes, especialista en trata de blancas, explotador de inmigrantes ilegales, juerguista y padre, murió viendo cumplido su último deseo. Si, ese deseo que todos llevamos dentro y que la mayoría de los mortales ignora por vergüenza o escasez de medios.

Toda la vida de Armando transcurrió en una especia de carrera o huida a ninguna parte, escapando de todos y escondido de particulares con un trato digamos no muy afectivo a su persona. Cuando Ramírez- médico desde hace diez años, gracias a las labores de benefactor del patriarca del clan- detecto un avanzado cáncer de colon, imaginó la reacción de Armando ante tal noticia. Imaginó gritos, insultos, descalificaciones a su pericia médica, pero no. Armando reaccionó de una forma sensata, atendiendo a las explicaciones de su apadrinado con la resignación del que se sabe perdido. Así que se dispuso a realizar todo aquello que quedó sin hacer en su vida y a realizar su último deseo. A sus hijos: Belén y Canduterio- como su padre, aunque ahora su hijo se hacia llamar Aurora Boreal, la mas chic de todas las drags- legó todos los negocios legales: compra y ventas de oro, bingos, salas de recreo y un macroputiclub a las afueras de la city que se hacia llamar El jardín del Edén. Los ilegales los distribuyó entre verdaderos colegas, discípulos y como el decía: toda esa gente que ha estado conmigo toda la vida. Pero lo que le hizo feliz verdaderamente fue ver cumplido el deseo de su vida.

En el barrio, en La Plaza de las Palomas junto a esa fuente donde tantas veces bebiera agua, ahí donde inició la venta de esos gramos de hachís, levantó con el beneplácito de las autoridades pertinentes- a saber a cambio de que- una escultura de tres metros de altura, donde Armando con su pañuelo al cuello, su palillo de dientes sujeto por esos labios carnosos, su chaleco y ese sombrero de ala ancha rematado finamente con una pluma de pavo real, dirigiendo su mirada al mundo, arrogante.

Y unas letras, al pié de tal insigne figura, resumen del paso de tan curioso personaje por este mundo.

“A Armando, que tanto por culo dio”

lunes, 2 de agosto de 2010

A.

A ella le parece perfecto fijarse en las manos de las mujeres, sobre todo cuando él le comenta que a través de ellas, puede deducir el tipo de vida de su propietaria; la educación, el trabajo, su vida social, su ascendencia, incluso en algunos movimientos de sus manos, su deseo, su ira o su vergüenza.

Que buena perorata piensa A. No soporta al hombre que va de sensible, al modesto, al tímido púdico. Más, cuando su escote llega casi al ombligo y muestra generosa al mundo el perfil de unos senos de 1.500 la unidad, deseosos de ser saboreados como un generoso y sabroso néctar.
-Ahora estoy leyendo un libro sobre la influencia de la poesía en la sociedad del XIX- comenta el infeliz. A. piensa que le importa una mierda la sociedad del XIX. Incuso a la del XXI, que mandaría a tomar por culo con la sonrisa de un párvulo.
Se hace el remolón a la hora de pagar la cuenta y, se imagina si también ahorra en energías lascivas en cuanto lo lleve a su apartamento.
Pero A. sonríe interiormente saboreando una imagen. La de este tipo buceando bajo una falda y encontrando una sorpresa mayúscula. El contacto de una carne que A. rememora ajena: el único recuerdo de su antigua vida: una verga que parece prestada. Sueña con los 4.000 de su construcción vaginal. -Ahí la vas a cagar mamón-, piensa subiendo al taxi cuando el infeliz comparte con el taxista esa sonrisa picarona de éxito nocturno.