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viernes, 25 de febrero de 2011

Mañanas imperfectas.

Desciende rápido por la escalera, le gusta de siempre, desde que viviera en un décimo sin ascensor, en la parte oscura. Su forma de nombrar su barrio, la casa de sus padres, donde vuelve siempre que su trabajo lo permite. Al salir a la calle, nota el aire molesto en su cara, mete la mano en su bolsillo buscando las llaves del coche. Detesta limpiar el cristal delantero de pasquines de publicidad, en esta parte de la ciudad hay cierto repartidor que parece disfrutar dejando bajo su limpia parabrisas la mas amplia gama de servicios; chinos, tintorerías, restaurantes o compra ventas de oro.


Abre la puerta del coche, cualquiera diría que lleva meses en la calle abandonado. A los pasquines publicitarios hay que sumar los excrementos de las aves, el polvo acumulado y algún texto en el cristal trasero, que aconseja realizar alguna labor agrícola en vez de su limpieza.

Continuará..................

2 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Tiene muy buena pinta este comienzo de lo que sea, relato o cuento más largo. A partir de un detalle significativo, abre muchas posibilidades

Alex B dijo...

Me recuerda cómo bajaba yo, desde un noveno,:)
de dos en dos, de tres en tres....
lo mejor era el último tramo 16 escalones de un golpe. Era el bautismo de fuego de los niños que viviamos en la torre, había que volar para saltarlos.
( me costó : tenía que crecer y sobre todo me tenían que crecer las piernas para atreverme,, pero crecieron , y lo hice)
Gracias por llevarme a ese recuerdo.
me encantará seguir leyendo.
Un beso